Storytelling (Contar historias) es una maravillosa práctica de autocuidado.
Nos permite revisar, reflexionar y aprender, explica Queneisha J. Harvey.
Te invito al reto de escribir una historia corta sobre tu año pasado utilizando
- una persona
- un objeto
- un lugar
¿Te atreves?
Lee aquí mi historia de 2021. También puedes escucharla aquí.
Está sentada a lado de la orilla. El sol va bajando en el horizonte con un color intenso que tiñe toda la atmosfera alrededor. Se oyen pájaros despidiéndose del día, el aire es fresquito, una ligera brisa después de un día caluroso. El agua se mueve en su vaivén llevando el agua casi hasta sus pies descalzos en la arena húmeda. Todo el ambiente es pacifico, mientras en su cabeza tormenta lo que acaba de pasar. No se lo puede creer aún y su cabeza repasa el momento detalle por detalle sin entenderlo. Como si pudiese revertirlo, anularlo y calmar la tormenta emocional que se mueve entre vergüenza, miedo y una risa histérica. Quisiera poder girar atrás, decir que no ha pasado, poder retornar al momento dónde todo empezó y decidir otra cosa para evitar todo esto. El gusto amargo que le ha dejado en la boca es del reproche, de la imagen fea que tiene de sí misma, una imagen de torpe, de fracasada, de una persona que no encaja en dónde quisiera ser exitosa.
Es siempre la misma historia que parece llevar a lo mismo, la mediocridad.
Siente un cosquilleo en su brazo, una pluma blanca que el viento ha traído hasta aquí, es bonita, pura y ligera. Es un cosquilleo suave y agradable. Levanta la mano para quitarla cuando observa que la pluma poco a poco va subiendo hacia su hombro. Le llama la curiosidad con qué precisión se mueve, determinada de llegar a la cima, su hombro. “¿Es una imaginación?” se pregunta. Parece casi que le va mostrando cariño.
Al mirar la pluma, se percata de los pájaros que vuelan en grupo juntos y que juegan a crear formas en el cielo. Mientras gira la cabeza para perseguir su vuelo con los ojos, ve el bonito atardecer a lo lejos con un sol rojo bajando lentamente. Le hace suspirar y con el aire fresco que entra, toda su piel se pone de piel de gallina. Nota el fresquito agradable que le recorre toda la espalda. Huele a mar salada y arena húmeda. El gusto en su boca sabe ahora a la mezcla salina.
De repente escucha el agua que deja con su vaivén un “clac” “clac” cuando se retira antes de volver a invadir la arena.
La pluma ya ha logrado subir hasta el hombro y, antes de seguir con la brisa, se despide con una caricia en su nuca. Le hace sonreír.
“Gracias” dice en voz alta, se levanta, coge sus zapatos y con el corazón aliviado se pone en marcha por la arena.
Encantada de leer la tuya pronto. La puedes dejar como comentario o mandármela por mail.